Salto Cristal en Paraguay

Un vestido tradicional usado para la danza paraguaya

En mi clase de Español con mis compañeros

¡Hola! Soy Lisa, terapeuta licenciada en matrimonio y familia, y trabajo desde California. Nací y crecí en el norte de California, pero en el 2017 me entró esa inquietud de hacer algo distinto. Siempre soñé con vivir en otro país, y en el 2018, armé mis valijas y me fui a Paraguay—un país pequeño y hermoso en Sudamérica, con unos 7 millones de personas y, digamos la verdad, poquísimos que hablen inglés.

Cuando llegué, no hablaba ni una palabra de español. ¡Ni una! Tuve que hacer todo el proceso para sacar la residencia: ir de aquí para allá en colectivo, juntar papeles, pedir ayuda como podía... todo eso usando Google Translate en una mano y fe en la otra. Empecé a aprender con Duolingo y Pimsleur, y practicaba en el súper, en los taxis, en los restaurantes—donde sea que fuera posible. La mayoría del tiempo no entendía nada, pero le seguía metiendo ganas.

Tomé clases, cometí mil errores (¡mínimo!), y de a poco fui entendiendo más. Nunca me voy a olvidar lo lindo que era cuando iba al médico, al dentista, o a cualquier servicio, y la persona intentaba hablarme en inglés—aunque sea con una frasecita o unas palabras. Eso me tocaba el corazón. Me hacía sentir vista.

El primer año fue durísimo (la verdad, hasta diría que los primeros dos). Adaptarme a la cultura paraguaya, las costumbres, y la forma de hacer las cosas me costó muchísimo. Muchas veces me encontraba pensando: “¿Por qué hacen esto así?”—con esa mezcla de frustración y choque cultural que seguro conocés.

Ya llevo unos siete años hablando español. ¿Es perfecto? Nah. ¿Es español con un toque bien paraguayo? ¡De una! En todo ese camino viví lo que es mudarse a otro país, sentirse perdido, frustrado, agotado... todas esas emociones que vienen con tratar de encontrar tu lugar en un mundo completamente nuevo. Me peleé con los papeles, con el idioma, con los cambios culturales—y sí, también tuve esos momentos incómodos donde no me salía bien ni el tiempo verbal.

Toda esa experiencia me formó como terapeuta. Sé lo que se siente estar afuera, no entender, o sentirse fuera de lugar. Pero también sé lo sanador que puede ser cuando alguien te recibe con paciencia, calidez y el deseo real de conectarse con vos.

En resumen: te entiendo. Y aunque mi español tenga sus rarezas, mi intención siempre es estar presente con el corazón abierto. Mi idea es ser esa terapeuta con la que puedas sentarte y decir: “Por fin alguien que entiende lo que estoy viviendo—y que está haciendo el esfuerzo por hablar mi idioma.” Puede que no siempre acierte con las conjugaciones... pero nos vamos a entender donde realmente importa.

Con más de 20 años de experiencia como terapeuta, me especializo en acompañar a personas que están atravesando ansiedad, depresión o trauma. Si estás buscando a alguien que realmente te vea, y que quizás hasta te saque una sonrisa en el proceso, me encantaría conectar con vos. Mi terapia en línea solo está disponible para quienes viven en California. Contáctame si sentís que podemos hacer buen equipo.

Algunas mujeres se pierden en el fuego, otras son forjadas por él.
— K. Michelle